Desde la Osteopatía que propuso Still, hasta nuestros días, han pasado MÁS de cien años.
Sería lógico pensar por lo tanto, que nuestra ciencia (y nuestro arte) no deberían tener ya más que algunos nexos arcaicos con aquellas propuestas.
Pero lo cierto, es que los principios de base establecidos por el viejo maestro (tú, tus manos y tu paciente), siguen vigentes, aunque naturalmente con matices.
La realidad en el día a día, sigue siendo la de un/a terapeuta que se enfrenta con sus manos (o mejor dicho,” a través de sus manos”) a los diferentes retos que cada paciente nos propone.
Por más que se quiera instrumentalizar nuestra profesión, afirmamos con decisión, que la mano sigue siendo incomparablemente el mejor instrumento del mundo y que deberíamos esforzarnos en no perder este criterio de vista, so pena de convertir la Osteopatía en “otra” ciencia médica.
Nuestra fuerza, no es, y nunca ha sido nuestra capacidad médica sino nuestra capacidad osteopática. Podemos y debemos aprovechar algunas vertientes de la ciencia (anatomía, fisiología..) sin renunciar ni un ápice a nuestra esencia, pues corremos el riesgo de ser incapaces de hacer un diagnóstico sin un ecógrafo “que nos autorice” (por ejemplo) para ello, debemos mantener nuestra pericia, sensibilidad y talento “en forma”.
No conocemos otro camino, que la práctica regular y rigurosa, el intercambio con otros colegas y la formación continua en la práctica exclusiva de la osteopatía, pues también dijo el viejo maestro dijo: “cuanto más hagas otras cosas, menos tiempo de hacer osteopatía tendrás”…
Un abrazo,
Javier Sánchez